Adios 2024
Llegó la última semana del año, momento ideal para el análisis, las reflexiones y ¿nuevas metas?
No sé si está bien sacar pecho. En 2024 quería acabar el manuscrito de mi primera novela y lo logré. Después, quise revisarlo, mandarlo a grandes editoriales e incluso tener una respuesta favorable. Nuevos objetivos que no me dejaron disfrutar de lo que ya había conseguido. También acabé un cuento infantil, fui finalista en dos certámenes de escritura y dos de mis textos estarán expuestos en Madrid y Valencia. Logros para mi currículum, mi ego, pero no para mí.
2024 ha sido el año en el que más he llorado, más «fracasos» he experimentado y más veces me pidió mi cuerpo parar, con varias pastillas para pasar los días. Raro leer esto ¿verdad?
Hablar de una baja debe ser una red flag para recursos humanos o nuevos jefes. Y no, no presumo de ello, pero ha formado parte de mi año. Me preocupa que me juzguen, aunque creo que si alguien te etiqueta por tu realidad, no te merece.
Momentos buenos y malos, como el feedback tras crear contenido audiovisual en todas mis redes sociales o la publicación de mi página web.
Exponerse tiene ventajas e inconvenientes, pero quise respetar una premisa: ayudar en todo lo posible a los demás, sin agrandar falsas burbujas, sin poner a todo brillibrilli, sin confeti artificial.
Seguro que 2024 te trajo cosas buenas, igual que lo hará 2025. Es legítimo presumir de ello, pero hay más cosas detrás. Está bien plantar semillas y seguir cosechando éxitos, pero, a veces, también es necesario sentarse a mirar el camino y ver todo el campo con sus hierbajos y flores.
Feliz salida y entrada a 2025.
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