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Te escribo estas palabras para felicitarte por tu trayectoria, por tu constancia y por tu fuerza para seguir hacia delante todos estos años.

También quiero tratar de compensarte con unas palabras por el daño sufrido. Creo que desde que tengo uso de razón no he sido demasiado justo contigo. Te he descrito con adjetivos que no hubiese dicho a nadie, he buscado cualquier mínimo defecto para tratar de hundirte y, cada vez que te veía en el espejo, te he despellejado con la mirada, sin ningún tipo de empatía ni remordimiento.

No sé en qué momento te convertí en mi enemigo, pero estaba totalmente equivocado, y quiero que esta carta sea un punto de inflexión en nuestra historia, una segunda oportunidad para tener una relación sana y querernos bien.

Sé que tú no puedes hablar conmigo ni evitar que cometa esos errores que nos marcarán, pero yo sí que puedo dejarte estas palabras que te reconforten siempre que lo necesites.

Te doy las gracias por haber evolucionado hasta convertirte en una mejor versión de mí, que ya nos hacía falta. Espero que me recuerdes con algo de cariño y que tú también sepas agradecer el trabajo que estamos construyendo año tras año entre todos.

Pasado, presente y futuro se unen en esta carta con un solo objetivo: que sepas que te quiero, que te quise y que siempre te querré, pase lo que pase.

Un fuerte abrazo,